División en el Sínodo
Sobre la Comunión
de Divorciados
El Vaticano confirmó que hay divergencias entre
conservadores y reformistas
ROMA.-
No resultó una sorpresa. Antes de que comenzara
se sabía que el sínodo sobre familia iba a ser
escenario de una virtual "batalla" entre
conservadores y reformistas. Ayer, voceros del
encuentro de obispos admitieron en la
conferencia de prensa diaria en el Vaticano la
existencia de una división sobre la cuestión de
los divorciados
vueltos a casar,
que no pueden comulgar.
"Hay
una línea que exige que no se les den los
sacramentos a los divorciados vueltos a casar,
recordando la fidelidad a la palabra del Señor.
Y hay otra línea que, sin negar la
indisolubilidad del matrimonio, dice que hay que
ver las situaciones concretas y hacer un
discernimiento", dijo Federico Lombardi, vocero
de la Santa Sede.
Si
bien muchos están criticando el hecho de que en
este sínodo el Vaticano decidió no entregar una
síntesis de los discursos de los padres
sinodales -como sucedía en el pasado-, sino
informar a los periodistas sobre qué dicen en
general, sin decir quién dice qué, al parecer
este nuevo sistema habría generado un
clima de gran libertad.
"Aunque
muchos ya tienen algo escrito, a la hora de la
intervención, dejan de lado ese texto y hablan
espontáneamente, desde el corazón. El clima de
libertad es impresionante y cada uno dice
realmente lo que piensa, sin miedo", señaló a LA
NACION un padre sinodal italiano, que celebró el
nuevo sistema, muy criticado por los
periodistas.
El
cardenal Francesco Coccopalmiero, presente en la
conferencia de prensa, confirmó tanto la
existencia de un clima de libertad y apertura
nunca antes visto, como de una división neta en
cuanto al tema de la readmisión a los
sacramentos de los divorciados vueltos a casar.
"Pero
no hay antagonismo, no hay una contraposición de
enemigos, hay escucha", destacó. Coccopalmiero,
presidente del Pontificio Consejo de los Textos
Legislativos y reconocido canonista, de todos
modos, se manifestó en favor de una apertura.
"Debemos
adoptar la hermenéutica del Papa, salvar la
doctrina y partir desde las personas, desde las
situaciones concretas. Debemos dar respuestas a
situaciones concretas, casos precisos, donde hay
sufrimiento, urgencia", sostuvo.
"Jesús
en el Evangelio dijo: «Cuando se cae el hijo en
el pozo el día sábado, ¿qué haces? Las
respuestas, en esta situación de gravedad y
urgencia, pueden ser dos: o no hago nada porque
tengo que respetar la ley del sábado, o, en
cambio, intervengo, porque hay personas que me
necesitan, gravedad y urgencia. La ley del
sábado existe, la respeto plenamente, pero tengo
casos que disponen de mi intervención»", dijo.
Reveló,
además, que, al hablar él mismo sobre el tema de
los divorciados vueltos a casar, en el sínodo,
mencionó el caso de una mujer en unión irregular
con un hombre casado, abandonado injustamente,
con tres hijos chicos.
"A
esta mujer, que se unió a él, crió estos chicos,
¿nosotros le decimos «abandona esa unión, si no,
no te damos la comunión»? Si pasara eso, este
hombre se hubiera muerto y los chicos no habrían
sido criados por nadie. En estos casos muy
precisos, algo hay que hacer. Si el sínodo
empieza a pensar esto, obtiene un gran
resultado", agregó. Ante una pregunta de LA
NACION, sin embargo, advirtió que para él "nunca
podrá haber una norma general", sino que los
obispos locales deberán examinar caso por caso.
DIVISIONES
En
vísperas del sínodo -que es sólo la primera
etapa de un proceso que culminará después de
otro sínodo, el año próximo-, ya había quedado
reflejada la división en cuanto al tema de los
divorciados vueltos a casar con la publicación
de un libro escrito por diversos cardenales
conservadores, entre ellos el prefecto para la
Doctrina de la Fe, Gerhard Müller. Atacaban la
solución penitencial que sostiene el cardenal
alemán Walter Kasper, reconocido teólogo
progresista, cercano a Francisco. Al respecto,
un compatriota, el cardenal alemán Reinhard Marx
-que es miembro del grupo de cardenales
consultores de Francisco- dijo hace unos días
que los obispos alemanes compartían esa postura.
Más
allá de la división en este tema, Lombardi
destacó que existe "consenso amplio" en la
necesidad de una simplificación y agilización
del proceso de nulidad matrimonial.
De
hecho, el cardenal Coccopalmiero, que en víspera
del sínodo fue nombrado por el Papa como miembro
de una comisión que debe analizar este tema,
subrayó tres formas para mejorar estos procesos,
considerados largos, engorrosos y hasta
costosos.
La
primera sería eliminar la doble sentencia; la
segunda, no exigir que haya una decisión
colegial de tres jueces, sino de un juez, y la
tercera, el llamado "procedimiento
administrativo". Según éste, el obispo local
podría declarar nulo un matrimonio "por razones
graves y urgentes", como haber excluido la
indisolubilidad del vínculo.
Esto
podría pasar incluso si no hay pruebas o
testigos, sino sobre la base del testimonio de
los contrayentes, que deben ser personas
"creíbles" para el obispo local.