Por
tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por
fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos
renovando día tras día.17 Pues
los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos
producen una gloria eterna que vale muchísimo más que
todo sufrimiento.18 Así
que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible,
ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no
se ve es eterno.