Si
uno de vosotros
está triste, que rece. El que esté alegre, que cante
himnos a Dios.
El
que esté enfermo,
que llame a los prebísteros de la Iglesia para que
rueguen por él, ungiéndolo con aceite en el Nombre del
Señor.La
oración hecha con fe salvará al enfermo;El
Señor lo levantará y, si ha cometido pecados, le serán
perdonados.
Confesáos
unos a otros
vuestros pecados y pidan unos por otros para que sanen.
La
súplica del justo
tiene mucho poder con tal de que sea perseverante. Elías
era un hombre como nosotros y, cuando rogó
insistentemente que no lloviera en el país, durante tres
años y medio no llovió. Después rogó de nuevo: el cielo
concedió la lluvia, y la tierra produjo frutos.
Hermanos,
si alguno de vosotros se extravía lejos de la verdad
y otro lo hace volver, sepan esto:el
que endereza a un pecador de su mal camino, salvará
su alma de la muerte y conseguirá el perdón de
muchos pecados.
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