Ustedes se despojaron del hombre viejo
y su manera de vivir para revestirse
del hombre nuevo,
que El Creador
va renovando conforme a su imagen para llevarlo
al conocimiento verdadero. Ahí no se hace
distinción entre judío y griego, entre quien fue
circuncidado y quien no. No hay más extranjero,
bárbaro, esclavo u hombre libre, sino Cristo en
todo y en todos.
Pónganse, pues, el vestido que
conviene a los
elegidos de Dios, por ser sus santos muy
queridos; revístanse de sentimientos de
tierna compasión, de
bondad, de humildad, de mansedumbre, de
paciencia.
Sopórtense y perdónense unos a otros,
si uno tiene motivo de queja contra otro. Como
el Señor los perdonó,
a su vez, hagan lo mismo. Pero, por encima de
todo, tengan el amor,
que es el vínculo
perfecto. Que la Paz de Cristo reine en
sus corazones; ustedes fueron llamados a
encontrarla, unidos en un mismo cuerpo.
Finalmente, sean agradecidos.
Que la Palabra de Cristo habite
en ustedes con todas sus riquezas. Que sepan
aconsejarse unos a otros y enseñarse mutuamente
con palabras y consejos sabios.
Con el corazón agradecido, canten a
Dios salmos, himnos y alabanzas espontáneas. Y
todo lo que puedan decir o hacer, háganlo en el
nombre del Señor Jesús,
dando gracias a Dios
Padre por medio de
Él.(Col.3, 10-17).