Ustedes estaban muertos por las faltas y los
pecados en que andaban. Se conformaban a este
mundo y seguían al Soberano que reina entre
cielo y tierra y que sigue actuando en aquellos
que se resisten a la fe.
Todos nosotros fuimos de aquéllos y nos dejamos
llevar por las codicias humanas; obedecimos a
los deseos de nuestra naturaleza y consentimos
sus proyectos. Por naturaleza
éramos merecedores
de castigo, igual que los demás.
Pero Dios, que es rico en misericordia, nos
manifestó su inmenso Amor, y a los que estábamos
muertos por nuestras faltas, nos dio
vida con
Cristo. ¡Por gracias han sido salvados! Y nos
resucitó con Cristo para sentarnos con Él en los
cielos.
Al demostrarnos tanta bondad en Cristo Jesús,
Dios quiso manifestar en los siglos venideros la
extraordinaria riqueza de su gracia. Pues por
gracia de Dios han sido salvados, por medio de
la fe.
Ustedes no tienen mérito en este asunto: es un
don de Dios; y no tienen porqué sentirse
orgullosos, porque no lo consiguieron con sus
obras.
Lo que somos es obra de Dios:Él nos ha creado
en Cristo Jesús, con miras a las buenas obras
que dispuso desde antes, para que nos ocupáramos
en ellas. (Ef. 2, 1-10).