Les digo, pues, y con
insistencia los advierto en el Señor: No imiten
a los paganos, que se preocupan y se mueven por
cosas inútiles. Su inteligencia está en
tinieblas, y se quedan en la ignorancia y el
endurecimiento de la conciencia, muy lejos de la
vida de Dios. Después de perder el sentido
moral, se han dejado llevar por el libertinaje y
se entregan con avidez a toda clase de
inmoralidad.
Pero ustedes no aprendieron así a Cristo, si es
que de veras oyeron de Él, y fueron enseñados
según la Verdad que está en Jesús.
Ustedes tienen que dejar su manera anterior de
vivir,el hombre viejo, cuyos deseos
engañosos lo llevaron a su propia destrucción.
Dejen que su mente se haga más espiritual,
para que tengan nueva vida, y revístanse del
hombre nuevo. Este es al que Dios creó a su
semejanza, dándole la justicia y la santidad que
proceden de la Verdad.
Por eso, no más mentiras: que todos digan la
verdad a su prójimo, ya que todos somos
parte del mismo cuerpo. Enójense, pero sin
pecar: que el enojo
no les dure hasta el
término del día, y no den lugar al demonio.
Que el que robaba,ya no robe, sino que se
fatigue trabajando con sus manos en algo útil y
tengo algo que compartir con los necesitados.
No salga de sus bocas ni una mala palabra, sino
palabras buenas que edifiquen cuando sea
necesario y que hagan bien a los que las oigan.
No entristezcan al Espíritu Santo de Dios: éste
es el sello con el que fueron marcados en espera
del día de la salvación. Arranquen de raíz entre
ustedes: los disgustos, los arrebatos, el enojo,
los gritos, las ofensas y toda clase de maldad.
Por el contrario, muéstrense buenos y
comprensivos unos con otros,
perdonándose
mutuamente, como Dios los perdonó a todos.
(Ef.
4, 17-32).