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Todos los Papas después del Concilio Vaticano II, han apoyado públicamente a la renovación carismática desde sus comienzos. |
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Música Para Meditar y
Acercarte a Dios


 






Tener Fe en Dios –
En un poblado vivía un Jefe de Familia llamado Vicente,
este vivía constantemente preocupado con el siguiente
pensamiento: “Sí me muero, ¿Que
será de mi esposa y mis hijos? ¿Quién va a cuidar de
ellos?”
Un
día Vicente
salió muy temprano para el campo, iba muy concentrado en
su pensamiento cuando de repente escuchó en la parte
alta de un árbol un fuerte trinar de unos pajaritos. En la
misma rama de aquél árbol se podían ver dos nidos con
crías de canarios.
Vicente contempló por un tiempo aquellos nidos,
enternecido veía como las mamás de los polluelos
llevaban el alimento a los pequeños. Vicente decidió
entonces continuar su camino cuando de pronto, vio un
enorme gavilán que atrapaba a una de las mamás de los
polluelos, precisamente una de las que traían alimento a
sus crías.
Enojado y angustiado, Vicente
trató de alcanzar al gavilán, le lanzó pedradas y todo
lo que encontraba durante la persecución, pero no pudo
hacer nada, el canario ya estaba fuertemente apresado en
las garras de aquél enorme gavilán. Vicente se quedó muy
triste y terminó su jornada laboral con aquel
sentimiento de impotencia.
Al día siguiente Vicente
regresó a su trabajo, pero antes de comenzar con su
jornada laboral fue directamente hacia el árbol para
echarle un vistazo a las crías huérfanas, Vicente estaba
seguro de que las iba a encontrar muertas de hambre y de
frío, sin embargo las crías se veían muy llenas de vida.
¿Cómo era eso posible? se preguntaba Vicente. Se quedó
allí un rato para poder descubrir el secreto.
Al poco tiempo vio llegar a
la madre de los polluelos del nido vecino, esta repartió
el alimento que había traído, entre las crías de los dos
nidos.
Entonces Vicente sorprendido
exclamó: Señor y Padre mío, me había olvidado por
completo de tu Providencia divina, estaba preocupado
porque pensaba que solamente yo podía hacerme cargo y
proteger a mi familia, pero ahora descubro que eres tú,
Padre mío, el único y seguro sustento de mis seres
queridos.

 
 
   
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El
Papa



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